Sube el euríbor, sube el barquito... sube el pan, el barquito sube... los yogures suben, también el barquito... sube la vecina del quinto, el barquito coge el ascensor con ella, que el petróleo sube, pues el barquito tiene que poner un suplemento por combustible... de vergüenza. Eso sí, si baja el euribor, el pan, los yogures, el petróleo y mi vecina del quinto... el barquito no baja, eso no. Y nosotros “cagaos”, sin acudir a las manifestaciones que se convocan, sin molestarnos en rellenar hojas de reclamaciones y llorando por las esquinas porque nos están estafando. Lo que tenemos que hacer echarle narices y plantarnos un día 10.000 personas en el Puerto para cortarles el suministro de dinero a esas empresas que llevan sacándonos la pasta desde que Hércules tuvo la mala idea de separar dos continentes. Ya se podía haber dedicado a otra cosa el honorable semidios.
La hipoteca de los ceutíes no es sólo la de la casa, que a todos nos está ahogando, nosotros sumamos otra: la del barquito. Nuestro euríbor, llamado el “estrechíbor” en el caso de las navieras por la similitud con un intento de asfixia “pescuecil”, siempre sube. Su gráfica económica es eternamente ascendente, nunca baja, sólo tiende a tocar techo. Los precios de sus “materias primas” suben y, claro, ellos tienen que apretarnos las clavijas a los caballas. Lo malo es que cuando esas materias bajan, ellos no lo hacen. ¿por qué?.
Ahora tenemos un suplemento por combustible, una subida por veranito, una escalada por Operación paso del Estrecho y un empujón al estilo de la película 300, con el Rey Leónidas dándonos una patada en el pecho y gritando: ¡Esto es...mi negocio!... y al agujero. Y si eres motero... pues te patean más fuerte. Cuesta más pasar la moto que el coche en la mayoría de las ocasiones. Las ofertas no son para moteros porque, como dije en una ocasión, somos gente mala y sin formación, mordemos a las azafatas y nos comemos la esponja de los sillones.
Pero ahí seguimos todos, nosotros también, tragando y tragando. Permitiendo que nos estén dando un servicio nefasto por un dineral. A ver si algún caballa iba a tolerar que, habiendo pagado un hotel de 5 estrellas, le dieran una habitación en la pensión “la chinche traviesa”. Si no permitiríamos eso, montaríamos un pollo en la recepción y moveríamos cielo y tierra para evitarlo, ¿por qué llevamos décadas aguantando los mismo, pero con agua?.
Los moteros estamos dispuestos a hacer ruido, ¿y los demás?. ¡Venga, que ya es hora de que este pueblo de conformistas con plus de residencia se despierte!. Con dos ruedas, señores, con dos.
